lunes, 22 de marzo de 2010

La llegada de un cachorro

La llegada de un cachorro a casa, normalmente es un motivo de mucha alegría y a su vez es el inicio de una nueva aventura tanto para nosotros los nuevos propietarios, como para nuestra nueva mascota; Sin embargo debemos tener claro algunos conceptos, como el hecho de que nuestra nueva mascota no es una juguete y que debemos brindarle una educación y adiestramiento básico para hacer que nuestra convivencia con él o ella sea buena, y evitar, en lo posible, futuros problemas de comportamiento.
Lo que se tiene que dejar claro desde el primer momento es:
- Qué se le permitirá hacer y qué no se le permitirá hacer
- Lo que está bien hecho y lo que no

Para enseñarle utilizaremos principalmente el castigo y la recompensa. Cuando nos referimos a castigo no hablamos de maltrato ni golpes, sino de reprimir una conducta no deseable. La recompensa consiste en premiarlo (refuerzo positivo).

La llegada
La arribada del cachorro a nuestro domicilio, si bien es un momento importante y excitante para nosotros, para el animal es un momento muy estresante. Debemos pensar que lo estamos separando de su madre y/o hermanos, y/0 de las personas que lo estuvieron cuidando. Este estrés puede hacer que el sistema inmunológico sufra una bajada y que cualquier enfermedad o presencia de parásitos hagan que el organismo se desequilibre y se exprese en forma de enfermedad. Por tanto para recibir a nuestro cachorro debemos tomar en cuenta los siguientes aspectos, de tal forma que se minimice este estrés.
- Recibir al cachorro por lo menos con su primera vacuna y desparasitación ya realizada (aproximadamente a partir de las 7-8 semanas).
- Asegurarse que nuestro cachorro ya está comiendo alimento sólido
- Continuar con la misma dieta que recibía anteriormente (dieta de cachorro o puppy) y no darle leche de vaca. En caso necesario le daríamos leche maternizada para cachorros.
- Recibir al cachorro en un ambiente de temperatura óptima para su edad: mientras más pequeños en edad son, mayor deberá ser la temperatura del ambiente donde estarán
- Vigilar cambios bruscos de temperatura.

La primera visita al veterinario.
La primera visita al veterinario, que es muy importante, se debería realizar en las primeras 48-72 horas. Normalmente no realizarla inmediatamente recibido al cachorro ya que a menos que el cachorro tenga una malformación genética importante o una patología grave, lo usual es que en esta visita el veterinario no encuentre nada fuera de lo normal. Esto no quiere decir que nuestro cachorro esté sano, ya que si existe alguna enfermedad en período de incubación y debido al estrés de separación, en los siguientes días podría enfermar, ya que algunas enfermedades infecciosas pueden tardar unos días en expresar los síntomas.
Por otro lado, normalmente a medida que vamos conociendo a nuestro cachorro empiezan a surgir una serie de dudas las cuales el veterinario podrá aclarar.
La primera visita también servirá para determinar el programa de vacunaciones y desparasitaciones (no existe un único protocolo) más adecuado e individualizado para nuestro cachorro.
Debemos recordar y ser consientes que nuestro cachorro no deberá exponerse a otros perros, sobre todo perros de los que desconozcamos su estado sanitario, ni ir a los lugares donde otros perros hacen sus necesidades. Esto no quiere decir que si ya tenemos un perro en casa no los juntemos, ya que normalmente nuestra otra mascota debería estar correctamente vacunada y desparasitada, y por tanto no debería representar un riesgo sanitario para el cachorro.

El castigo.
Debemos tener muy claro que el castigo es para interrumpir una conducta determinada. En ningún caso es para causar dolor al animal. Por tanto el castigo más usado en los cachorros es de tipo verbal, con voz enérgica.
El castigo se deberá realizar inmediatamente después de la acción que no queremos que nuestra mascota haga. Si lo hacemos más tarde, éste no servirá de nada. Le diremos un “NO” muy enérgico, seco y fuerte. Una vez nuestra mascota deje de hacer la conducta no deseada, le premiaremos ya sea con caricias, premios, o hablándole en un tono de voz afectivo.

La recompensa.
La mejor manera para que un perro aprenda es dándole un premio a modo de recompensa, es decir una recompensa cada vez que nuestro perro haga algo que nosotros queremos que haga.
La recompensa se debe dar justo después de que nuestro cachorro haga lo que nosotros queremos que haga (al igual que sucedía con el castigo). Un premio no necesariamente significa comida (aunque los cachorros lo prefieren), si no también caricias, juego, etc.


La convivencia con un cachorro.
Para que podamos llegar a tener una buena convivencia con nuestro cachorro, debemos enseñarle algunas normas básicas:
-Dejarle claro que nosotros mandamos en casa. De esta forma el cachorro establecerá su lugar en la familia (jerarquía). (Ver artículo sobre jerarquía en esta web).
- Todos los miembros de la familia deben actuar de la misma forma con el cachorro.
- Procurar que nuestro cachorro tenga una zona de descanso. Lo normal es que durante las primeras noches exprese su protesta llorando. Ante esta situación lo que debemos hacer es ignorar totalmente al cachorro ya que en caso contrario reforzaremos esta actitud y él entenderá que si quiere algo con llorar lo conseguirá.
- Para tener un buen control del cachorro es importante que aprenda un poco de adiestramiento básico: alto, tierra, quieto, no, etc..
- Mientras comemos no darle comida lo cual evitará algunos problemas de comportamiento y sobrepeso.
- Tenemos que acostumbrarlo poco a poco a que se quede solo en casa. De esta forma evitaremos situaciones de angustia por parte del perro, que pueden derivar en ansiedad por separación. (ver artículo sobre ansiedad por separación en esta web). Es decir debemos conseguir que nuestras salidas y llegadas a casa sean algo rutinario para nuestro cachorro. Si nosotros no le damos importancia, él no se lo dará tampoco.

¿Dónde debe orinar y defecar mi cachorro?
Los perros tienen una tendencia innata a no orinar ni defecar en su zona de descanso y hacerlo en un lugar y sustrato determinado. Por tanto le buscaremos un lugar lejos de su lugar de descanso y le proporcionaremos un sustrato, por ejemplo papel de periódico.

Pautas a seguir.
- Tener el cachorro supervisado en todo momento.
- Si muestra señales de querer orinar y defecar, llevarlo inmediatamente al lugar escogido para tal efecto.
- Después de comer, jugar o descansar, también llevarlo al periódico o lugar escogido para defecar.
- Siempre que orine o defeque en el diario o lugar escogido, lo recompensaremos, tanto como si va y lo hace sólo, así como también cuando nosotros lo llevamos.
- Limpiaremos las deposiciones de nuestro cachorro tratando de eliminar el olor. Lo más práctico es usar detergentes enzimáticos (detergentes de ropa que aseguren una blancura máxima o total). Las enzimas que hacen que la ropa blanca sea “más blanca” también actúan sobre los olores de la micción, eliminándolos, cosa que la lejía no lo consigue totalmente.

Lo que no tenemos que hacer:
- Castigarlo cuando no orine o defeque en los diarios o lugar escogido.
- Mojar el morro del cachorro en su orina.

Debemos recordar que no podemos exigir un buen control de la orina a nuestro cachorro hasta aproximadamente los 5 meses, por tanto debemos tener mucha comprensión y paciencia.

José Luis Albarracín.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Epilepsia


EPILEPSIA EN EL PERRO Y EL GATO


Definición:
La epilepsia es un síntoma de una disfunción neurológica primaria del cerebro que se manifiesta con ataques convulsivos parciales o generalizados.
Se manifiesta por movimientos corporales incoordinados con pérdida o alteración de conciencia.
Se distinguen 3 etapas o fases durante el trascurso de la crisis epiléptica.

ETAPAS
AURA:
En esta primera etapa se presentan ciertos signos indicativos del inicio del ataque como son: nerviosismo, inquietud, salivación, incoordinación, temblores… Estos signos pueden persistir sólo por unos segundos,  varios minutos o incluso horas.
ICTAL:
Es la fase donde se da el ataque propiamente dicho. En general el animal caerá de costado inconsciente y manifestará movimientos motores involuntarios de patada, pedaleo o remo. Se producirá salivación excesiva, rigidez corporal, pérdida de control de los esfínteres anales y urinario. Por esté último motivo es frecuente que muchos animales se orinen o defequen durante el ataque. La duración  puede variar desde segundos a varios minutos.
POSICTAL:
Esta etapa se da inmediatamente después del período ictal. Después del ataque algunos animales parecen desorientados, inquietos, pueden no reconocer a sus propietarios y a su entorno. Algunos pueden padecer ceguera transitoria.

DIAGNÓSTICO:
Es importantísimo en el diagnóstico descartar otras causas orgánicas que puedan ocasionar crisis convulsivas ya que no todos los animales que padecen crisis convulsivas tienen epilepsia.
Las convulsiones también se pueden presentar de forma secundaria a otras enfermedades: neoplasias, infecciones, traumatismos, sustancias tóxicas, desequilibrios metabólicos o electrolíticos.
En todo protocolo diagnóstico se debe realizar un análisis sanguíneo general  y una exploración neurológica y física completa.

FACTORES DESENCADENANTES Y MANEJO DE LAS CRISIS.
En general se debe evitar cualquier motivo de estrés en los animales, debiendo llevar una vida tranquila evitando situaciones de tensión.
Además se recomienda castrar a los animales enfermos ya que en machos las hormonas pueden producir mucho estrés y en las hembras los cambios hormonales durante el celo también pueden favorecer aparición de crisis.
En el transcurso de una crisis deberá mantenerse la calma, evitando que el animal se golpee y se pueda hacer daño, hasta que se pase la misma.
Si la crisis dura más de  10-20 minutos habrá que acudir a su veterinario habitual para que logre controlar la crisis aguda con medicación intravenosa. Su veterinario  le pautará la medicación a aplicar en el transcurso de la crisis para que ésta no se alargue y si lo considera necesario prescribirá medicación anticonvulsiva oral para evitar en la medida de lo posible que su mascota vuelva a convulsionar.
Es importante anotar la fecha, duración y frecuencia de las crisis para que el veterinario lo pueda anotar en el historial del animal y poder llevar un control de las mismas.

CONSEJOS:
Convivir con un perro epiléptico en casa puede resultar muy duro debido a la impotencia que nos genera el presenciar las crisis. Ante todo hay que mantener la calma y tener muchísima paciencia.
Es fundamental acudir a su veterinario que le informará y aconsejará sobre el tipo de vida que debe llevar su animal y le ayudará a controlar la enfermedad. El veterinario establecerá una rutina de medicación en casa y una pauta de revisiones y analíticas sanguíneas periódicas.



Bet Castell Muixi.

viernes, 12 de marzo de 2010

Establecimiento de jerarquía en el Canis familiaris

Los perros son animales gregarios que o bien aceptan un líder o se erigen ellos mismos en líder de su manada
Por MIGUEL ÁNGEL SIGNES
(extraido de argos.portalveterinaria)

Las palabras “líder” o “liderazgo” en el mundo de la relación entre perros y personas son identificadas muchas veces con el sometimiento del perro a su propietario mediante el castigo. Pero para el establecimiento de una jerarquía, no es necesaria esta práctica en absoluto.
Miguel ángel Signes Llopis es experto en problemas de comportamiento, modificación de conducta, Asesor y Terapeuta canino certificado por AEPE en el Curso Máster de Etología Canina Avanzada. Técnico en Terapia Asistida con Animales por la Fundación Bocalán. Técnico en terapia asistida con perros por CTAC (www.ctac.cat). Trabaja en el área de Etología Clínica y de Terapias de la Asociación para el Estudio del Perro y su Entorno de la que es socio (www.aepe.net). Asociado de la Asociación Española de Terapias Asistidas con Animales y Naturaleza (www.aetana.es). Curso de Etología Clínica y Bienestar Animal impartido en la UEX. Presidente de la Asociación de Terapias y Actividades Asistidas con Animales de la Safor (www.ataaasafor.es). Autor de varios artículos sobre terapia asistida con animales. Colaborador de la revista Especies.

Sabemos que el perro, como animal gregario, necesita un líder. Y si no lo tiene, él mismo se adjudicará ese rol, lo que nos traerá muchos quebraderos de cabeza. Así, es muy importante que el propietario establezca la jerarquía.
El término “líder” últimamente va ligado al castigo y sometimiento del animal (contención activa). Esto se puede ver (o se veía) en un programa de televisión en la que sale el señor César Millán castigando y sometiendo a los perros para demostrarles quién es el que manda. Es más, “se permite el lujo” de modificar conductas agresivas, por poner un ejemplo, conteniendo a los perros (castigándoles y haciéndoles que les suba el estrés, se frustren o pasen miedo) y descartando directamente que la agresividad sea por causas orgánicas como hipotiroidismo, tumores intracraneales o prurito, entre otras, lo que por supuesto veo de Juzgado de Guardia. ¿Dónde demuestra aquí la inteligencia cuantitativamente superior que tiene el Homo sapiens respecto al Canis familiaris? Personalmente, pienso que hay que utilizar esta inteligencia, pero de otro modo.
En este artículo no quiero que los lectores comparen la palabra líder o liderazgo con todas estas aberraciones que acabo de recordar, ya que comprobarán que en ningún momento voy a mencionar que en el establecimiento de la jerarquía se utilice o haya que utilizar el castigo positivo (es el derivado de la presentación de una técnica aversiva o coercitiva) o las contenciones activas.

Concepto de Jerarquía
Pozuelos (2009) afirma que: “El concepto de jerarquía implica un escalafón entre los miembros de una manada o grupo. El mando absoluto lo ostenta un macho que normalmente es el que más batallas ha librado y mejores resultados ha obtenido. Lo secunda una hembra, subordinada al macho, pero que ostenta el segundo grado en el escalafón, es decir, en el caso de los lobos, sólo puede ser montada por el Dominante. Después de estos dos “patriarcas” la jerarquía se completa con los machos y hembras subordinados quienes al paso del tiempo, se convertirán a su vez, en dominantes bien por la disputa y victoria sobre el Jefe o por la muerte de éste”. Y añade: “El concepto de jerarquía está íntimamente ligado al de escalafón, tanto en animales como en nuestra especie. Cualquier grupo social se estructura en capas o sustratos más o menos dominantes, desde un ejército bien constituido hasta una empresa y no pensemos que en los partidos políticos o gobiernos de turno, falta esta estructuración jerárquica”.
Para el mantenimiento de esa estructura es imprescindible que haya individuos dominantes y subordinados. Quiero recalcar que la dominancia no es agresividad, ya que el perro doméstico exhibe todo un lenguaje corporal para no llegar a utilizarla.

Concepto de superalfa
El concepto de superalfa va ligado a que nosotros no podemos ser “alfas”, ya que no somos de su misma especie. Si un propietario sólo tiene un perro, éste será el alfa. Si tiene dos, uno de ellos será el alfa y el otro el beta, es decir, su subordinado. Nosotros somos los jefes del miembro alfa canino y para poder conseguirlo hay que establecer una jerarquía.
Un humano convence a un perro de que es su superalfa cuando premia cualquier conducta adecuada; castiga la desobediencia o los comportamiento inadecuados (se aplicará el castigo negativo, que consiste en la retirada de algún estímulo positivo que el animal ya poseía); le suministra el recurso; y mantiene, en lo posible, su éxito reproductor. Realizando lo anterior, al perro no le quedará otra que aceptar su subordinación sin problemas... Pero si el humano se despista lo más mínimo (dejadez en la educación, llegada al hogar de una pareja, la suegra, uno o más hijos) el perro domestico intentará hacer lo posible para subir en el escalafón, ya que como subordinados están en un debate continuo por aumentar de puesto.

¿Cuándo comenzar a establecer jerarquía?
Comenzaremos pronto, sobre todo en los periodos críticos o en el momento en que el perro llegue a casa, por lo que se hace imprescindible un código de conducta.
El perro doméstico empieza sus relaciones de dominancia en el periodo de socialización, y siguen y las afianza en la época juvenil, mediante el juego (juegos de guerra) o en los momentos en que hay alguna competencia. Esto lo hacen tanto a nivel intra como interespecífico.
A partir de esos periodos críticos el perro observará a su dueño, sus debilidades (los perros siempre están aprendiendo) y puede ser que aproveche los momentos en que éste se relaje para medirse.

Ventajas del establecimiento de la jerarquía
Las ventajas fundamentales de una jerarquía bien estructurada son:
- Aumento de la sociabilidad.
- Más disposición para el trabajo.
- Aumento de las ganas de complacer.
- Equilibrio emocional.
- Se minimiza el castigo y así como la aplicación de refuerzos negativos.
- Prevención de futuros problemas de comportamiento como por ejemplo: agresividad competitiva tanto a nivel interespecífico (agresividad por dominancia, territorial o por protección de recurso) y a nivel intraespecífico; sobreactividad; marcaje con orina y heces; búsqueda de atención; monta inadecuada, entre otras.

Formas de establecer la jerarquía
Para establecer jerarquía controlaremos el acceso a los recursos. Algunos autores lo denominan “aprender para ganar” (Campbell, 1973), “nada en la vida es gratuito” (Voith y Borchelt, 1.982) y “protocolo de deferencia” (Overall, 1.997). La deferencia se aplica en el Canis familiaris controlando los recursos por él valorados y las interacciones siempre comienzan y finalizan, cuando el propietario quiere y bajo una orden.
Es muy importante tener en cuenta que como propietarios, tenemos el control de todas las cosas que son buenas y placenteras en esta vida para nuestro amigo, es decir, controlamos todos los recursos a los que tiene acceso (juego, atención, agua, comida, paseos, las entradas y salidas de casa, contacto con otros perros o búsqueda de pareja sexual, entre otros). “Todo lo el perro desea proviene del propietario/a”.
Para establecerla se utilizará el refuerzo positivo (sirve para incorporar una conducta nueva, aumentar una existente o eliminar una conducta inapropiada incompatible) y el castigo negativo. También van muy bien, al menos en mi experiencia, las “milagrosas” palmaditas de contención, que se basan en estimular al animal con el juego y darle unas fuertes palmadas con la mano abierta en ambos costados, a la altura de las costillas, lo suficientemente contundentes como para que el perro note nuestra fuerza. El perro pensará lo siguiente: “Si mi propietario está de buen humor y me da estas 'leches', no quiero ni pensar lo que me puede llegar a hacer el día que se enfade conmigo...”. Estamos realizando toda una exhibición de fuerza en un tono amistoso, que le dará al perro una idea de lo que somos capaces de llegar a hacer, aunque nunca llegaremos a hacerlo.
Para lograr el éxito es conveniente aplicar lo que paso a describir en los siguientes tres puntos.

Jamás permitiremos al perro...
… que tire de la correa. ¿Quién pasea a quién?
… que nos mordisquee las manos, cara o cualquier parte del cuerpo. Tampoco la ropa o zapatos.
… que nos ponga las patas encima. Cuando lo haga se le ordenará que se siente y se le premiará con comida, caricias o juego por cumplir la orden. Desaconsejo que se le meta un rodillazo en la quilla ya que aparte de castigar al animal, esta acción le puede producir dolor, subirle el estrés o hacer que sienta miedo hacia nosotros. Es más, si esa acción la hace por dominancia en vez de sumisión (sube a lamernos la comisura de los labios), nos puede morder.
… menos aún que nos monte. No se utilizará el castigo positivo ya que la monta puede deberse a varias causas: dominancia, juego, frustración, conducta de desplazamiento o falta de socialización con miembros de su especie, entre otras.
… que marque con orina o heces en casa. Lo corregiremos, mediante orden de bloqueo (palabra “NO”) o respuesta incompatible (sentado, echado, llamada). El simple hecho de ordenar al perro que se siente le inhibe de realizar el comportamiento de marcaje con orina.
… que emita gruñidos de advertencia o le enseñe los dientes al dueño/a o a algún miembro de la familia. Estas situaciones suelen suceder cuando el perro está en posesión de algún recurso como la comida, un juguete o su rincón favorito de la casa, por ejemplo.

Lo que debemos hacer es...
... que el animal se gane el uso de nuestros recursos “pidiendo las cosas por favor”. El perro debe sentarse, echarse, saludar o lo que se le ordene antes de subir al coche, salir a la calle, comer, etc. Aconsejo para perros que sean dominantes o muy dominantes el ejercicio de echado ya que esta posición es la de mayor manifestación de sometimiento jerárquico de los cánidos (tumbarse sobre el dorso ante la presencia de su dueño). Seguro que acaba haciéndolo, ya que si no lo hace no comerá o no se le entregará el recurso que quiere.
… que coma después que el dueño. Para la prevención de futuros problemas de agresividad por protección de recuso primario de supervivencia, hay que darle de comer en la mano y meterle la mano en la comida para que vea que el recurso es nuestro (lo hemos cazado nosotros), no suyo.
… no ceder jamás cuando el perro ladra insistentemente desde la perrera o en casa para forzarnos a que sea sacado a pasear o cualquier otra cosa. Si cedemos asumirá que es él quien manda y además se le estará reforzando la conducta del ladrido.
… controlar la posesividad durante el juego con objetos. Es el dueño quien mantiene la posesión del objeto en todo momento. El perro debe traer y luego soltar a la orden.
… no fomentar las disputas de objetos.
… no prestar atención al perro cuando quiera él, sólo cuando queramos nosotros (caricias, mimos, darle la comida y el agua, sacarlo a la calle, interacción con otros perros...).
… decidir cuándo empiezan y acaban los juegos bajo el control de una orden, no permitiéndole en ningún momento las demandas de afecto, ya que se le estará reforzando la conducta.

Situaciones de implicaciones jerárquicas
Las situaciones que demandan control físico son significativas en ese sentido: despertarlo mientras duerme, cepillarlo, cortarle las uñas (intentar no cortarle mucho por si le causa dolor), revisar almohadillas, limpiar oídos, revisión de encías, quitarle un juguete de la boca, entre otros, son ejercicios imprescindibles que se tienen que realizar. Si el perro se deja hacer, hay que premiarlo con la recompensa adecuada (comida, caricias, juego) sin forzar, todo poco a poco y de forma gradual. El perro tiene que aceptar las manipulaciones del propietario sin que pueda haber límites al respecto.

La forma de acariciar al perro también es importante desde el punto de vista del liderazgo. A un perro sumiso no debemos palmearle la cabeza ya que le someterá un poco o a uno dominante no le debemos acariciar en los alrededores del hocico. Es muy importante que la frecuencia y la cantidad sean “dosificadas” para que no pierdan su efecto como reforzador de conductas.
Otra cuestión de fuertes implicaciones jerárquicas es la clara delimitación de las zonas del hogar por donde el perro se mueve. El perro debe de tener un sitio para descansar pero nunca erigirse “Señor Feudal” del lugar. No aconsejo que el perro suba a nuestro sofá, sillón o cama para evitar que en el futuro nos lo proteja.
Cuando el perro incumpla una orden hay que corregirlo (partiendo de la base de que el perro ya sabe realizar correctamente esa orden) y hacer que la cumpla. Si no lo hacemos así estaremos bajando un peldaño ante el animal. “Repetir una orden es síntoma de debilidad”, por lo que se intercalará la palabra “NO”, luego se volverá a decir la orden (sentado, NO, sentado) y nada de “sentado... sentado... sentado...”.
En definitiva, veo importante para que el vínculo Homo sapiens - Canis familiaris sea estable y duradero (pueden acabar abandonados, en protectoras o sacrificados) se aplique la jerarquía en los periodos críticos del animal o nada más llegue a nuestro hogar para enseñarle un código de conducta. Por otro lado, el perro es un terapeuta nato y eleva nuestra tasa de aptitud, por lo que aconsejo se utilice para reforzar y castigar las buenas y malas conductas, respectivamente, el refuerzo positivo y el castigo negativo.

Bibliografía

Pozuelos, A. (2009) en: “Conceptos de gregarismo, jerarquía y dominancia” (www.aepe.net).

Establecimiento de jerarquía en el Canis familiar



Los perros son animales gregarios que o bien aceptan un líder o se erigen ellos mismos en líder de su manada
Por MIGUEL ÁNGEL SIGNES
(extraido de argos.portalveterinaria

Las palabras “líder” o “liderazgo” en el mundo de la relación entre perros y personas son identificadas muchas veces con el sometimiento del perro a su propietario mediante el castigo. Pero para el establecimiento de una jerarquía, no es necesaria esta práctica en absoluto.
Miguel ángel Signes Llopis es experto en problemas de comportamiento, modificación de conducta, Asesor y Terapeuta canino certificado por AEPE en el Curso Máster de Etología Canina Avanzada. Técnico en Terapia Asistida con Animales por la Fundación Bocalán. Técnico en terapia asistida con perros por CTAC (www.ctac.cat). Trabaja en el área de Etología Clínica y de Terapias de la Asociación para el Estudio del Perro y su Entorno de la que es socio (www.aepe.net). Asociado de la Asociación Española de Terapias Asistidas con Animales y Naturaleza (www.aetana.es). Curso de Etología Clínica y Bienestar Animal impartido en la UEX. Presidente de la Asociación de Terapias y Actividades Asistidas con Animales de la Safor (www.ataaasafor.es). Autor de varios artículos sobre terapia asistida con animales. Colaborador de la revista Especies.

Sabemos que el perro, como animal gregario, necesita un líder. Y si no lo tiene, él mismo se adjudicará ese rol, lo que nos traerá muchos quebraderos de cabeza. Así, es muy importante que el propietario establezca la jerarquía.
El término “líder” últimamente va ligado al castigo y sometimiento del animal (contención activa). Esto se puede ver (o se veía) en un programa de televisión en la que sale el señor César Millán castigando y sometiendo a los perros para demostrarles quién es el que manda. Es más, “se permite el lujo” de modificar conductas agresivas, por poner un ejemplo, conteniendo a los perros (castigándoles y haciéndoles que les suba el estrés, se frustren o pasen miedo) y descartando directamente que la agresividad sea por causas orgánicas como hipotiroidismo, tumores intracraneales o prurito, entre otras, lo que por supuesto veo de Juzgado de Guardia. ¿Dónde demuestra aquí la inteligencia cuantitativamente superior que tiene el Homo sapiens respecto al Canis familiaris? Personalmente, pienso que hay que utilizar esta inteligencia, pero de otro modo.
En este artículo no quiero que los lectores comparen la palabra líder o liderazgo con todas estas aberraciones que acabo de recordar, ya que comprobarán que en ningún momento voy a mencionar que en el establecimiento de la jerarquía se utilice o haya que utilizar el castigo positivo (es el derivado de la presentación de una técnica aversiva o coercitiva) o las contenciones activas.

Concepto de Jerarquía
Pozuelos (2009) afirma que: “El concepto de jerarquía implica un escalafón entre los miembros de una manada o grupo. El mando absoluto lo ostenta un macho que normalmente es el que más batallas ha librado y mejores resultados ha obtenido. Lo secunda una hembra, subordinada al macho, pero que ostenta el segundo grado en el escalafón, es decir, en el caso de los lobos, sólo puede ser montada por el Dominante. Después de estos dos “patriarcas” la jerarquía se completa con los machos y hembras subordinados quienes al paso del tiempo, se convertirán a su vez, en dominantes bien por la disputa y victoria sobre el Jefe o por la muerte de éste”. Y añade: “El concepto de jerarquía está íntimamente ligado al de escalafón, tanto en animales como en nuestra especie. Cualquier grupo social se estructura en capas o sustratos más o menos dominantes, desde un ejército bien constituido hasta una empresa y no pensemos que en los partidos políticos o gobiernos de turno, falta esta estructuración jerárquica”.
Para el mantenimiento de esa estructura es imprescindible que haya individuos dominantes y subordinados. Quiero recalcar que la dominancia no es agresividad, ya que el perro doméstico exhibe todo un lenguaje corporal para no llegar a utilizarla.

Concepto de superalfa
El concepto de superalfa va ligado a que nosotros no podemos ser “alfas”, ya que no somos de su misma especie. Si un propietario sólo tiene un perro, éste será el alfa. Si tiene dos, uno de ellos será el alfa y el otro el beta, es decir, su subordinado. Nosotros somos los jefes del miembro alfa canino y para poder conseguirlo hay que establecer una jerarquía.
Un humano convence a un perro de que es su superalfa cuando premia cualquier conducta adecuada; castiga la desobediencia o los comportamiento inadecuados (se aplicará el castigo negativo, que consiste en la retirada de algún estímulo positivo que el animal ya poseía); le suministra el recurso; y mantiene, en lo posible, su éxito reproductor. Realizando lo anterior, al perro no le quedará otra que aceptar su subordinación sin problemas... Pero si el humano se despista lo más mínimo (dejadez en la educación, llegada al hogar de una pareja, la suegra, uno o más hijos) el perro domestico intentará hacer lo posible para subir en el escalafón, ya que como subordinados están en un debate continuo por aumentar de puesto.

¿Cuándo comenzar a establecer jerarquía?
Comenzaremos pronto, sobre todo en los periodos críticos o en el momento en que el perro llegue a casa, por lo que se hace imprescindible un código de conducta.
El perro doméstico empieza sus relaciones de dominancia en el periodo de socialización, y siguen y las afianza en la época juvenil, mediante el juego (juegos de guerra) o en los momentos en que hay alguna competencia. Esto lo hacen tanto a nivel intra como interespecífico.
A partir de esos periodos críticos el perro observará a su dueño, sus debilidades (los perros siempre están aprendiendo) y puede ser que aproveche los momentos en que éste se relaje para medirse.

Ventajas del establecimiento de la jerarquía
Las ventajas fundamentales de una jerarquía bien estructurada son:
- Aumento de la sociabilidad.
- Más disposición para el trabajo.
- Aumento de las ganas de complacer.
- Equilibrio emocional.
- Se minimiza el castigo y así como la aplicación de refuerzos negativos.
- Prevención de futuros problemas de comportamiento como por ejemplo: agresividad competitiva tanto a nivel interespecífico (agresividad por dominancia, territorial o por protección de recurso) y a nivel intraespecífico; sobreactividad; marcaje con orina y heces; búsqueda de atención; monta inadecuada, entre otras.

Formas de establecer la jerarquía
Para establecer jerarquía controlaremos el acceso a los recursos. Algunos autores lo denominan “aprender para ganar” (Campbell, 1973), “nada en la vida es gratuito” (Voith y Borchelt, 1.982) y “protocolo de deferencia” (Overall, 1.997). La deferencia se aplica en el Canis familiaris controlando los recursos por él valorados y las interacciones siempre comienzan y finalizan, cuando el propietario quiere y bajo una orden.
Es muy importante tener en cuenta que como propietarios, tenemos el control de todas las cosas que son buenas y placenteras en esta vida para nuestro amigo, es decir, controlamos todos los recursos a los que tiene acceso (juego, atención, agua, comida, paseos, las entradas y salidas de casa, contacto con otros perros o búsqueda de pareja sexual, entre otros). “Todo lo el perro desea proviene del propietario/a”.
Para establecerla se utilizará el refuerzo positivo (sirve para incorporar una conducta nueva, aumentar una existente o eliminar una conducta inapropiada incompatible) y el castigo negativo. También van muy bien, al menos en mi experiencia, las “milagrosas” palmaditas de contención, que se basan en estimular al animal con el juego y darle unas fuertes palmadas con la mano abierta en ambos costados, a la altura de las costillas, lo suficientemente contundentes como para que el perro note nuestra fuerza. El perro pensará lo siguiente: “Si mi propietario está de buen humor y me da estas 'leches', no quiero ni pensar lo que me puede llegar a hacer el día que se enfade conmigo...”. Estamos realizando toda una exhibición de fuerza en un tono amistoso, que le dará al perro una idea de lo que somos capaces de llegar a hacer, aunque nunca llegaremos a hacerlo.
Para lograr el éxito es conveniente aplicar lo que paso a describir en los siguientes tres puntos.

Jamás permitiremos al perro...
… que tire de la correa. ¿Quién pasea a quién?
… que nos mordisquee las manos, cara o cualquier parte del cuerpo. Tampoco la ropa o zapatos.
… que nos ponga las patas encima. Cuando lo haga se le ordenará que se siente y se le premiará con comida, caricias o juego por cumplir la orden. Desaconsejo que se le meta un rodillazo en la quilla ya que aparte de castigar al animal, esta acción le puede producir dolor, subirle el estrés o hacer que sienta miedo hacia nosotros. Es más, si esa acción la hace por dominancia en vez de sumisión (sube a lamernos la comisura de los labios), nos puede morder.
… menos aún que nos monte. No se utilizará el castigo positivo ya que la monta puede deberse a varias causas: dominancia, juego, frustración, conducta de desplazamiento o falta de socialización con miembros de su especie, entre otras.
… que marque con orina o heces en casa. Lo corregiremos, mediante orden de bloqueo (palabra “NO”) o respuesta incompatible (sentado, echado, llamada). El simple hecho de ordenar al perro que se siente le inhibe de realizar el comportamiento de marcaje con orina.
… que emita gruñidos de advertencia o le enseñe los dientes al dueño/a o a algún miembro de la familia. Estas situaciones suelen suceder cuando el perro está en posesión de algún recurso como la comida, un juguete o su rincón favorito de la casa, por ejemplo.

Lo que debemos hacer es...
... que el animal se gane el uso de nuestros recursos “pidiendo las cosas por favor”. El perro debe sentarse, echarse, saludar o lo que se le ordene antes de subir al coche, salir a la calle, comer, etc. Aconsejo para perros que sean dominantes o muy dominantes el ejercicio de echado ya que esta posición es la de mayor manifestación de sometimiento jerárquico de los cánidos (tumbarse sobre el dorso ante la presencia de su dueño). Seguro que acaba haciéndolo, ya que si no lo hace no comerá o no se le entregará el recurso que quiere.
… que coma después que el dueño. Para la prevención de futuros problemas de agresividad por protección de recuso primario de supervivencia, hay que darle de comer en la mano y meterle la mano en la comida para que vea que el recurso es nuestro (lo hemos cazado nosotros), no suyo.
… no ceder jamás cuando el perro ladra insistentemente desde la perrera o en casa para forzarnos a que sea sacado a pasear o cualquier otra cosa. Si cedemos asumirá que es él quien manda y además se le estará reforzando la conducta del ladrido.
… controlar la posesividad durante el juego con objetos. Es el dueño quien mantiene la posesión del objeto en todo momento. El perro debe traer y luego soltar a la orden.
… no fomentar las disputas de objetos.
… no prestar atención al perro cuando quiera él, sólo cuando queramos nosotros (caricias, mimos, darle la comida y el agua, sacarlo a la calle, interacción con otros perros...).
… decidir cuándo empiezan y acaban los juegos bajo el control de una orden, no permitiéndole en ningún momento las demandas de afecto, ya que se le estará reforzando la conducta.

Situaciones de implicaciones jerárquicas
Las situaciones que demandan control físico son significativas en ese sentido: despertarlo mientras duerme, cepillarlo, cortarle las uñas (intentar no cortarle mucho por si le causa dolor), revisar almohadillas, limpiar oídos, revisión de encías, quitarle un juguete de la boca, entre otros, son ejercicios imprescindibles que se tienen que realizar. Si el perro se deja hacer, hay que premiarlo con la recompensa adecuada (comida, caricias, juego) sin forzar, todo poco a poco y de forma gradual. El perro tiene que aceptar las manipulaciones del propietario sin que pueda haber límites al respecto.

La forma de acariciar al perro también es importante desde el punto de vista del liderazgo. A un perro sumiso no debemos palmearle la cabeza ya que le someterá un poco o a uno dominante no le debemos acariciar en los alrededores del hocico. Es muy importante que la frecuencia y la cantidad sean “dosificadas” para que no pierdan su efecto como reforzador de conductas.
Otra cuestión de fuertes implicaciones jerárquicas es la clara delimitación de las zonas del hogar por donde el perro se mueve. El perro debe de tener un sitio para descansar pero nunca erigirse “Señor Feudal” del lugar. No aconsejo que el perro suba a nuestro sofá, sillón o cama para evitar que en el futuro nos lo proteja.
Cuando el perro incumpla una orden hay que corregirlo (partiendo de la base de que el perro ya sabe realizar correctamente esa orden) y hacer que la cumpla. Si no lo hacemos así estaremos bajando un peldaño ante el animal. “Repetir una orden es síntoma de debilidad”, por lo que se intercalará la palabra “NO”, luego se volverá a decir la orden (sentado, NO, sentado) y nada de “sentado... sentado... sentado...”.
En definitiva, veo importante para que el vínculo Homo sapiens - Canis familiaris sea estable y duradero (pueden acabar abandonados, en protectoras o sacrificados) se aplique la jerarquía en los periodos críticos del animal o nada más llegue a nuestro hogar para enseñarle un código de conducta. Por otro lado, el perro es un terapeuta nato y eleva nuestra tasa de aptitud, por lo que aconsejo se utilice para reforzar y castigar las buenas y malas conductas, respectivamente, el refuerzo positivo y el castigo negativo.

Bibliografía

Pozuelos, A. (2009) en: “Conceptos de gregarismo, jerarquía y dominancia” (www.aepe.net).

lunes, 1 de marzo de 2010

HIPOMOTILIDAD GASTROINTESTINAL EN CONEJOS.


Una óptima motilidad gastrointestinal en los conejos es fundamental para la buena digestión de los alimentos, absorción del agua y electrolitos y para el mantenimiento de una flora intestinal saludable.

Cuando la motilidad se encuentra disminuida (hipomotilidad) se produce una impactación gástrica y una mala absorción de los nutrientes y los  fluidos para la microflora cecal.

El problema principal es un descenso o desaparición de los movimientos del estómago que en la mayoría de las veces termina con la impactación y deshidratación del bolo alimenticio, produciendo una obstrucción en el estómago y alterando el tránsito intestinal.

La presencia de esta patología es debida a diversos factores:

FACTORES PREDISPONENTES:

Estrés, miedo, cambios: el estrés estimula el sistema nervioso simpático y la liberación de hormonas adrenales, adrenalina y noradrenalina. Éstas inhiben  la motilidad gastrointestinal.

Tricobezoares: son bolas de pelo que se acumulan en el estómago. Los tricobezoares son hallazgos frecuentes en conejos con hipomotilidad digestiva y por mucho tiempo se pensó que serían éstos la principal causa de ello, por la obstrucción pilórica que causaban. Sin embargo, más recientemente se verificó que los tricobezoares, más que la causa, son el resultado de la hipomotilidad.

Cambios de dieta: la molitilidad gastrointestinal está también regulada por el contenido de fibra de la dieta. Se asocia en dietas ricas en carbohidratos y bajas en fibra (esencial para su correcta funcionalidad intestinal).

Falta de ejercicio

Mudas no controladas

Dolor: el dolor genera la liberación de catecolaminas y acentúan la hipomotilidad.

SINTOMAS

Este problema es gradual. Se puede apreciar una pérdida gradual del apetito, disminución de heces y muchas veces se produce diarrea debido a procesos digestivos secundarios. 

Se presentan en la consulta animales con anorexia, decaimiento, posturas de dolor, estreñimiento total o parcial, muda, posible hipotermia y presencia o no de gas en el intestino.

A la palpación abdominal se aprecia un estómago con contenido crepitante (que cruje), más o menos compacto, lo cual unido a una anorexia de 2-7  días, nos encaminará hacia un diagnóstico de estasis gástrico.

En las radiografías se observa un estómago lleno e intestinos repletos de gas que acaban siendo dolorosos.

En resumen, la hipomotilidad gástrica puede conducir a:

1.        Impactación gastrointestinal con la posible formación de tricobezoares en el estómago.
2.        Gran acúmulo de gas principalmente en ciego.
3.        Deshidratación y desequilibrios electrolíticos.
4.        Hipoglucemia con lipidosis hepática y fallo hepático.
5.        Alteración de la microflora cecal con proliferación de agentes patógenos.

DIAGNOSTICO

El diagnóstico se basa en la historia clínica y se confirma por radiografía.

En la radiografía simple se puede observar dilatación gastrointestinal provocada tanto por acumulo de gas como de alimento. 

Como prueba diagnóstica complementaria se pueden realizar radiografías de contraste que nos ayudan a valorar otros datos como el tiempo de tránsito gastrointesnital, presencia de tricobezoares u obstrucción.

TRATAMIENTO

El tratamiento consiste en rehidratar el contenido del estómago y estimular el movimiento del estómago e intestinos mediante la administración de fármacos y alimentación rica en fibra y agua.
Es vital restablecer el apetito, ya que el soporte nutricional es muy importante en la prevención de lipidosis hepática.

Si el animal tiene anorexia hay que corregir primero los desequilibrios hídricos y electrolíticos: según el grado de deshidratación se puede hidratar al conejo por vía oral, subcutánea o en casos graves intravenosa o intraosea. Si es necesario se colocará una sonda nasogástrica para dar alimentación y hidratación forzada.

Se pueden administrar otros medicamentos según complicación: analgésicos, protectores gástricos, antibióticos…

El tratamiento de la hipomotilidad gastrointestinal no es quirúrgico, pero pueden surgir complicaciones como la formación de tricobezoares que requieran de una intervención.

PREVENCION

En la práctica ofrecer dietas apetecibles ricas en fibra a conejos con riesgo de desarrollar estasis intestinal es muy importante.

Bet Castell Muixi.